Un poderoso terremoto sacudió con fuerza el oeste de Japón el lunes 1 de enero de 2024, generando una serie de alertas y emergencias a lo largo del país. Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) y la Agencia Meteorológica de Japón, el epicentro del terremoto, de magnitud 7.5, se ubicó en el noreste de Anamizu, en la prefectura de Ishikawa, y tuvo una profundidad de 10 kilómetros. Este fenómeno natural tuvo lugar a las 4:10 p.m., hora local.
Los efectos del terremoto se sintieron en múltiples aspectos de la vida cotidiana y la infraestructura: carreteras y edificios sufrieron daños considerables, los servicios de transporte y comunicaciones experimentaron interrupciones significativas, y se advirtió sobre la posibilidad de cortes de energía en miles de hogares.