Belén, conocida como la cuna del cristianismo y dependiente en gran medida del turismo, enfrenta unas Navidades desoladoras. La emblemática ciudad palestina ha cancelado sus tradicionales celebraciones navideñas, incluyendo la colocación del árbol en la plaza del Pesebre y el mercadillo navideño. La decisión se toma en medio de la guerra en la Franja de Gaza, que ha dejado a la ciudad en luto.
En respuesta a la devastación causada por la guerra en Gaza, Belén, ciudad palestina en Cisjordania, ha optado por cancelar sus festividades navideñas. Ni luces, ni música, ni villancicos adornarán las calles este año. La municipalidad y la gobernación de Belén se han sumado al llamamiento de las Iglesias de Tierra Santa, declarando una Navidad “solemne, de oración y ayuno” en solidaridad con las víctimas del conflicto.
El impacto de la guerra se refleja no solo en la ausencia de festividades, sino también en la drástica disminución del turismo. Con los accesos cerrados debido a la guerra en Gaza, los negocios locales, como tiendas de artesanía y souvenirs, restaurantes y hoteles, permanecen cerrados, afectando significativamente la economía local. La directora de la Fundación para el Desarrollo de Belén lamenta la ausencia de visitantes y la crisis económica resultante.
Belén, sumida en la tristeza por la guerra, enfrenta unas Navidades sin precedentes. La ciudad, que solía recibir millones de turistas y peregrinos, ahora se encuentra en silencio y luto. Más allá de las celebraciones canceladas, la situación destaca la difícil realidad que enfrentan los habitantes de Belén y subraya el impacto devastador del conflicto en la región.